viernes, 7 de septiembre de 2012


 ¿CÓMO PUEDE EL SER HUMANO REESTABLECER LA RELACIÓN CON SU ENTORNO Y LA NATURALEZA?
Edgar Morín y Nicola Hulot
 

Por: Carlos Alberto Chiñas Narváez
            Lic. En Comunicación y estudiante de la Maestría en Educación
            Por la Universidad Popular Autónoma de Veracruz.
Campus Agua Dulce, Veracruz.
     

         Pareciera un escenario catastrófico los años venideros pues cada día sentimos que el hombre se destruye a sí mismo en su afán de progreso, de dominio y de control en todos los aspectos de la vida, inclusive hay ocasiones que se atreve a jugar a ser Dios.
 
Edgar Morín y Nicola Hulot se plantean una pregunta muy significativa para nuestro tiempo: ¿Cómo puede el ser humano restablecer la relación con su entorno y la naturaleza? Y yo me permito agregarle: ¿Estaremos aun a tiempo?
 
Para entender el planteamiento de estos dos autores, es muy necesario conocer algunos datos de ellos, por ejemplo: Edgar Morín es filósofo, socioantropólogo, profesor investigador y director emérito del Centro Nacional para la investigación Científica. Su trabajo ejerce una fuerte influencia sobre la reflexión contemporánea. Por su parte, Nicolás Hulot, es presidente de la Fundación Nicolás Hulot para la Naturaleza y el Hombre, que emprende numerosas acciones de sensibilización sobre los problemas ecológicos.

 Es de entenderse entonces, la preocupación de los autores que hoy nos ocupa por la relación entre el hombre y la naturaleza.

 Decía Mario Bunge: “mientras los animales solo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo; y sobre la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo, el hombre intenta enseñorearse de él para hacerlo más confortable”. Y ese afán de dominio ha hecho que hoy estemos de nueva cuenta al borde del precipicio en torno a cuestiones ecológicas.

 El hombre siempre ha intentado dominar a la naturaleza y ese ha sido el precio de su autodestrucción. El texto original de Morín y Hulot, fue publicado en el año de 2007, pero concebido desde 1972 y aunque pareciera, incluso para los mismos autores, lejano y difícil de entender en virtud de que la sociedad no veía las agresiones graves a la naturaleza si no la carrera por el “progreso” y el “desarrollo”, hoy es lo suficientemente actual como para detenernos un momento y reflexionar sobre lo que hemos estado haciendo con la naturaleza. No se trata solamente de “dominar” y volverlo más “confortable” como menciona Bunge, sino de fortalecer la dinámica del desarrollo sostenible, única vía (y me permito afirmarlo) como la solución más firme ante nuestros problemas con la naturaleza.

 Es por ello, que me permito plantear la discusión de los autores entorno al significado de la palabra “ecología” y presuponen una dificultad de entendimiento del término en su simpleza denotativa, pues afirman que “la palabra “ecología” remiten a lo que denotaban ya los términos bien conocidos: Medio, Entorno y Naturaleza; pero añade complejidad al primero y precisión al segundo, y resta mística e incluso euforia al tercero”.

 En cambio proponen utilizar el término “Ecosistema” pues, argumentan que “la ecología como ciencia natural ha llegado a esta noción que engloba el entorno físico (biotopo) y el conjunto de las especies vivas (biocenosis) en un espacio o nicho dado)…digamos esquemáticamente que el conjunto de los seres vivos en un “nicho” constituye un sistema que se organiza por sí mismo, creándose un conjunto combinatorio, con sus determinismos, sus ciclos, sus probabilidades, sus contingencias. Eso es el ecosistema, (que) se considera a escala de un pequeño –nicho- del planeta”.

 El hombre, tal vez ha entendido mal la sentencia bíblica que decía “vayan y pueblen el mundo, vayan y dominen todo lo que hay en ella”. Tal vez, y parafraseando a Mario Bunge nos enseñoreamos con el dominio y el control del planeta por la simple voluntad de pensar y utilizar la inteligencia.

 En palabras de Jean Piaget podemos decir que “el hombre que piensa estará siempre buscando una síntesis razonada entre sus creencias, los valores que sostiene y aquello que conoce. Esta suerte de síntesis la llamará una fe razonada, pero no de conocimiento”. Es por ello que en su afán de dominio universal ha contravenido las reglas de la madre naturaleza. Tal vez, a un estemos a tiempo de lograr revertir los daños al planeta y eso solo será posible tal y como lo propone Morín y Hulot cuando logremos en verdad tener una conciencia planetaria.

Morín y Hulot afirman en su obra que degradar al ecosistema supone degradar al hombre, pues el hombre, como todo animal, se nutre no solo de energía, sino también de orden y de complejidad. Así pues, cuanto más independiente nos hacemos más dependientes del mundo exterior nos volvemos: éste es el problema de la sociedad moderna que cree emanciparse del mundo exterior dominándolo.

 Cuanto más evolucionado sea un sistema, es decir, más complejo y más rico, más abierto será. El hombre es el más abierto de todos los sistemas, el más dependiente en la independencia.

 Para concluir, debemos de retomar la idea de que el hombre como todo ser vivo es coautor, cooperador y coprogramador de su propio desarrollo. Los autores se atreven a afirmar que es necesario revertir toda la ideología occidental desde Descartes que hacia al hombre sujeto en un mundo de objetos. Es la ideología del hombre como unidad insular, mónada cerrada en el universo contra la que el romanticismo solo logro reaccionar poéticamente, contra la que el cientificismo solo pudo reaccionar mecánicamente convirtiendo también al hombre en una sola cosa. El capitalismo y el marxismo, afirman Morín y Hulot, continuaron exaltando la victoria del hombre sobre la naturaleza, como si aplastar la naturaleza fuese la más épica proeza. Esta ideología de los Cortes y de los Pizarro (citados por Morín y Hulot) del ecosistema conduce de hecho al suicidio; la naturaleza vencida supone la autodestrucción del hombre.

 Ante este escenario, es de suma importancia rescatar lo que significa la conciencia ecológica:

 De acuerdo a Marín y Hulot, la Conciencia ecológica es: 1.- la conciencia de que el entorno es un ecosistema, esto es, una totalidad viva auto-organizada en si misma (espontánea) y 2.- la conciencia de la dependencia de nuestra Independencia, es decir, de la relación fundamental con el ecosistema que nos lleva a rechazar nuestra visión del mundo objeto y del hombre insular.

 La verdadera toma de conciencia ecológica (afirman los autores) supone que el crecimiento industrial no es el marco rígido en el interior del cual deban situarse todos nuestros debates y problemas políticos y sociales; es preciso considerar este crecimiento como un feed back positivo (es decir, el incremento de una desviación con respecto al ecosistema), como un enorme incremento de entropía (esto es, de desorden en el entorno, de las fuerzas de desintegración en el ecosistema) y como una tendencia exponencial que tiende al infinito (es decir, a cero, a la destrucción), como lo haría una explosión demográfica no contralada.

 Por último, quiero retomar dos propuestas de los autores: Primero: “Un problema enorme que es el de la política a escala planetaria, pues es evidente que el control del crecimiento debe venir de las necesidades planetarias y no sólo de las naciones industrializadas” y segundo: “Hay que plantear la cuestión del desarrollo del hombre, es decir de una mutación de la organización social entera”.
 
Solo cabría preguntarnos: ¿Cómo conjugar los intereses sociales y culturales de la humanidad? Y ¿Podrá la humanidad sujetarse a una política planetaria?

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario