“LA
HABILIDAD ÉTICA”
AUTOR:
FRANCISCO J. VARELA
Reporte
de lectura
Por:
Carlos Alberto Chiñas NarváezLic. En Comunicación y Estudiante de la Maestría
En Educación por la UPAV-Agua Dulce.
No
quiero iniciar este reporte de manera trágica y negativa, pero si quiero dejar
muy claro que aunque es un tema que me apasiona en ocasiones me parece que es
un sueño por demás difícil de cumplir y más aun de realizar por el bien mismo
de la sociedad.
Aventurarse
al pensamiento ético como lo ha hecho el autor que en este momento nos incumbe,
es por demás complicado, tomando en cuenta las diferencias marcadas entre las
diferentes culturas humanas que hasta la fecha han no solo desunido el espíritu
humano, sino que han puesto en riesgo la supervivencia de la raza humana.
Aunque
el autor nos advierte de que ha enfocado sus argumentos desde la ecología
filosófica de nuestro tiempo, resulta un tanto cuanto difícil de entender y
asimilar su criterio y aun más, ponerlo en práctica, mas sin embargo, justo es
mencionar que su espíritu aventurero nos lleva a conocer estudios de
tradiciones orientales.
Y
si partimos de su premisa “Que un entendimiento de la ética en un marco no
determinado por la moral, como el que propongo, desempeña un papel crucial en
nuestro confuso y desconcertante mundo moderno” podremos entender que la ética
no debe ser impuesta desde fuera, sino que debe ser emanada desde dentro, desde
el interior del ser humano y a la par de su espíritu moral.
El
hombre aunque sea “eminentemente caótico” puede lograr un autoconocimiento
dirigido de tal forma que pueda hallarse ante Dios y ante los hombres para
dejar en claro que su legado sea precisamente la aplicación de la ética desde
una perspectiva ecológica y filosófica.
Don
Francisco J. Varela, en su obra “La habilidad Ética” nos habla de tres
perspectivas que le permiten ir construyendo su oportunidad para presentarnos
todo el espectro de pensamientos y de reflexiones personales que durante algún
tiempo le habían ocupado en su vida académica y es por ello que su obra la
divide en tres partes: Procedimientos y conceptos, sobre la competencia ética y
la corporeización de la vacuidad.
Hablemos
de la primera: Procedimientos y
conceptos. Es conveniente en este momento tratar de ubicar la
conceptualización que el autor realiza tanto de la habilidad ética como de
todos los elementos que utiliza para transmitirnos su postura y tratar de
entender su posicionamiento.
Comienza
su obra con una premisa fundamental para ubicarnos en su contexto y menciona:
“La ética se encuentra más cerca de la sabiduría que de la razón, más cerca de
llegar a comprender lo que es el bien, que de juzgar correctamente situaciones
concretas”.
Varela
centra su discusión en la importancia de la distinción entre los “que defienden
una moral critica y encerrada en sí misma, centrada en principios prescriptivos
y aquellos que buscan una ética activa y comprometida basada en la tradición
que identifica el bien” y lo anterior se justifica por la propia formación que
tuvo en su crecimiento académico casi de la mano de Maturana, aquel filosofo
que nos hablo de la biología del amor y tomando en cuenta la información que
proporciona el portal Wikipedia encontramos que: “En 1970, Francisco J. Varela declinó una oferta de trabajo en Harvard para
asumir otra en la Universidad Técnica del Estado (actual Universidad de
Santiago), una decisión parcialmente motivada por la elección para la
presidencia de su país de Salvador
Allende, a quien Francisco, de orientación política izquierdista, apoyaba
incondicionalmente.
Fue un tiempo de esperanza en el que
el socialismo prometía un nuevo orden social y económico más igualitario en
Chile.[1
Varela se interesa en desarrollar
una metodología para la investigación de fenómenos, que denomina neurofenomenología, en que
intenta conciliar la mirada científica con la experiencia vital. Sobre esta
forma de enfocar el estudio de la conciencia, se pueden encontrar influencias
en la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty, discípulo de Edmund
Husserl. Sin embargo, más importante es al respecto el acercamiento que
realiza Varela a disciplinas de conocimiento oriental, como el budismo, la
practicó en el transcurso de su vida, y con la que intentó generar un diálogo
científico”.
No es de extrañarse entonces cuando
se justifica diciendo que hay tres tradiciones de conocimientos orientales: el
confusionismo, el taoísmo y el budismo los cuales le conducen a afirmar que una
“una persona sabia es aquella que sabe lo que está bien y lo hace”.
De igual forma se cuestiona (y aquí
es donde replantea su “Habilidad ética”) diciendo: “¿Cómo se puede entender de
manera optima el comportamiento ético? Y ¿Cómo se desarrolla y florece en el
ser humano?
Tomando en cuenta que Varela, autor
chileno, biólogo, estudioso de la neurociencia, la ciencia cognitiva, medico y
filosofo, analiza el fenómeno de la conciencia, la percepción y los estados de
conciencia y como lo hemos mencionado, analiza el pensamiento ético desde la
ecología filosófica, nos permite conocer las múltiples aristas del ser humano
pudiendo definirlo como “un universo en sí mismo, bueno, bondadoso naturalmente
y eminentemente caótico”.
Varela afirmaba que la ética es una
habilidad y sostiene en su segunda perspectiva que “uno de los principales razonamientos
del capítulo 1 era que los filosos y científicos que se han dedica al estudio
de la mente se han olvidado de todo comportamiento eficaz que fuera inmediato
central y extendido, a favor de una exploración del análisis intencional y
deliberado”, es por ello que comentaremos sobre la Competencia Ética.
En este rubro, es importante
destacar que de acuerdo a Varela, “además de que adquirimos el comportamiento
ético de la misma manera que el resto de los comportamientos: todos ellos
se nos hacen imperceptibles a medida que
vamos creciendo en la sociedad en la que vivimos. Esto es así porque, como ya
sabemos, el aprendizaje es circular; aprendemos lo que se supone que debemos de
ser para ser aceptados como aprendices”, la ética se vuelve entonces una
competencia en el sentido estricto de las acciones que desarrollamos en las
diferentes situaciones en las que nos encontramos y como procedemos.
La competencia ética, parafraseando
a Varela, podemos entenderla como la capacidad que despliega el ser humano ante
las distintas situaciones sociales, culturales, religiosas e incluso emocionales
para resolverlas de la mejor manera y aunque nos conduce hacia sus tendencia de
ubicar nuestros aspectos culturales y éticos en las culturas orientales, se
apoya en un filosofo llamado Mencio, uno de los primeros confusionista del
siglo IV a. C. quien afirmaba que “ la ética y el desarrollo de una persona
virtuosa radica en la suposición de que la naturaleza humana es capaz de
prosperar y de que las personas están en disposición de conseguir ese
crecimiento. Entiende Mencio que la disposición natural del ser humano, junto a
unas condiciones de desarrollo adecuadas, determina las respuestas emocionales
de los individuos”.
Solo
las personas verdaderamente virtuosas ponen la suficiente atención a su
naturaleza de manera correcta y son así capaces de comprender un hecho en
términos de su propia experiencia y asegurarse de que continúa fácilmente con
una extensión adecuada. Para estas personas virtuosas, el juicio moral que se
convierte en acción inmediata y espontánea no es diferente de la verdadera
descripción” y es ahí donde visualizamos la competencia ética que defiende
Varela basándola en las culturas orientales, distinguiendo las acciones
verdaderamente virtuosas de aquellas que solo lo son en apariencia: “una acción
solo es plenamente virtuosa si mana de una disposición activada. Un aspecto
crucial del pensamiento de Mencio afirma que una actuación puede considerarse
correcta pero no virtuosa si no aparece adecuadamente motivada.
Y resulta por demás complicado
entender su propuesta filosófica ya que nos habla más sobre el ser no unitario
y los agentes cognitivos, además de las propiedades emergentes y seres virtuales.
Aquí Varela, echa mano de sus
conocimientos sobre la ciencia cognitiva, la neurociencia y nos habla del
funcionamiento del cerebro, su intervención y dominio de nuestras acciones.
Maneja también esa analogía entre
las redes neuronales del ser humano y el nuevo patrón llamado redes neuronales
artificiales, mismas que se identifican con los niveles computacionales.
Una entidad cognitiva
contextualizada posee por definición, perspectiva; es decir, está relacionada
“objetivamente” con el entorno que la rodea de la situación, dirección,
historia o actitud del sistema.
Habla también Varela sobre el ser
como persona virtual y lo más importante, la pragmática del ser virtual y lo
engloba en su propia introducción cuando afirma que “ya sabemos lo que es necesario
para captar la naturaleza de la vacuidad del ser y su relevancia para la
habilidad ética. La ciencia moderna occidental nos ha enseñando que el ser es
virtual y vacio, y que aparece continuamente para hacerse cargo de las
transiciones en los micro mundos.
El taoísmo, el confucionismo y el
budismo nos enseñan que está fundamentada en el entendimiento gradual de ese
ser vacio en la vida cotidiana y en la acción.
De esta forma y es el mismo Varela
quien nos informa que los postulados anteriores son los que le dan cuerpo al
postulado que es el núcleo temático de su libro: la habilidad ética es el
conocimiento progresivo y directo de la virtualidad del ser.
Hemos de concluir con este reporte
de lectura con el aprendizaje circular que propone Varela el acercarnos a las
tradiciones orientales, mismas que nos definen
la habilidad ética como progresiva y que se funde en el entender
gradualmente a ese ser vacio en la vida cotidiana y en la acción.
Es
una tradición sobre un ideal cerca de la sabiduría, el adiestramiento ético de
las tradiciones orientales de la enseñanza, mismas que nos invita a ponerlas en
práctica en nuestras actividades diarias.
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