viernes, 10 de agosto de 2012

“LA HABILIDAD ÉTICA”. Reporte de lectura

“LA HABILIDAD ÉTICA”

AUTOR: FRANCISCO J. VARELA


Reporte de lectura
Por: Carlos Alberto Chiñas Narváez
Lic. En Comunicación y Estudiante de la Maestría
En Educación por la UPAV-Agua Dulce.


            Hablar de la Ética es sumamente difícil en estos tiempos de materialismo puro donde lo importante es la vieja tradición del Capitalismo “Dejar hacer, dejar pasar”, por lo que en ocasiones, pareciera que solo se trata de una moda o un escaparate donde solamente el espíritu de libertad y vida buena se enseñorea en los pasillos de la autodestrucción humana.

No quiero iniciar este reporte de manera trágica y negativa, pero si quiero dejar muy claro que aunque es un tema que me apasiona en ocasiones me parece que es un sueño por demás difícil de cumplir y más aun de realizar por el bien mismo de la sociedad.

Aventurarse al pensamiento ético como lo ha hecho el autor que en este momento nos incumbe, es por demás complicado, tomando en cuenta las diferencias marcadas entre las diferentes culturas humanas que hasta la fecha han no solo desunido el espíritu humano, sino que han puesto en riesgo la supervivencia de la raza humana.

Aunque el autor nos advierte de que ha enfocado sus argumentos desde la ecología filosófica de nuestro tiempo, resulta un tanto cuanto difícil de entender y asimilar su criterio y aun más, ponerlo en práctica, mas sin embargo, justo es mencionar que su espíritu aventurero nos lleva a conocer estudios de tradiciones orientales.

Y si partimos de su premisa “Que un entendimiento de la ética en un marco no determinado por la moral, como el que propongo, desempeña un papel crucial en nuestro confuso y desconcertante mundo moderno” podremos entender que la ética no debe ser impuesta desde fuera, sino que debe ser emanada desde dentro, desde el interior del ser humano y a la par de su espíritu moral.

El hombre aunque sea “eminentemente caótico” puede lograr un autoconocimiento dirigido de tal forma que pueda hallarse ante Dios y ante los hombres para dejar en claro que su legado sea precisamente la aplicación de la ética desde una perspectiva ecológica y filosófica.

Don Francisco J. Varela, en su obra “La habilidad Ética” nos habla de tres perspectivas que le permiten ir construyendo su oportunidad para presentarnos todo el espectro de pensamientos y de reflexiones personales que durante algún tiempo le habían ocupado en su vida académica y es por ello que su obra la divide en tres partes: Procedimientos y conceptos, sobre la competencia ética y la corporeización de la vacuidad.

Hablemos de la primera: Procedimientos y conceptos. Es conveniente en este momento tratar de ubicar la conceptualización que el autor realiza tanto de la habilidad ética como de todos los elementos que utiliza para transmitirnos su postura y tratar de entender su posicionamiento.

Comienza su obra con una premisa fundamental para ubicarnos en su contexto y menciona: “La ética se encuentra más cerca de la sabiduría que de la razón, más cerca de llegar a comprender lo que es el bien, que de juzgar correctamente situaciones concretas”.

Varela centra su discusión en la importancia de la distinción entre los “que defienden una moral critica y encerrada en sí misma, centrada en principios prescriptivos y aquellos que buscan una ética activa y comprometida basada en la tradición que identifica el bien” y lo anterior se justifica por la propia formación que tuvo en su crecimiento académico casi de la mano de Maturana, aquel filosofo que nos hablo de la biología del amor y tomando en cuenta la información que proporciona el portal Wikipedia encontramos que: “En 1970, Francisco J. Varela declinó una oferta de trabajo en Harvard para asumir otra en la Universidad Técnica del Estado (actual Universidad de Santiago), una decisión parcialmente motivada por la elección para la presidencia de su país de Salvador Allende, a quien Francisco, de orientación política izquierdista, apoyaba incondicionalmente.

Fue un tiempo de esperanza en el que el socialismo prometía un nuevo orden social y económico más igualitario en Chile.[1

Varela se interesa en desarrollar una metodología para la investigación de fenómenos, que denomina neurofenomenología, en que intenta conciliar la mirada científica con la experiencia vital. Sobre esta forma de enfocar el estudio de la conciencia, se pueden encontrar influencias en la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty, discípulo de Edmund Husserl. Sin embargo, más importante es al respecto el acercamiento que realiza Varela a disciplinas de conocimiento oriental, como el budismo, la practicó en el transcurso de su vida, y con la que intentó generar un diálogo científico”.

No es de extrañarse entonces cuando se justifica diciendo que hay tres tradiciones de conocimientos orientales: el confusionismo, el taoísmo y el budismo los cuales le conducen a afirmar que una “una persona sabia es aquella que sabe lo que está bien y lo hace”.

De igual forma se cuestiona (y aquí es donde replantea su “Habilidad ética”) diciendo: “¿Cómo se puede entender de manera optima el comportamiento ético? Y ¿Cómo se desarrolla y florece en el ser humano?

Tomando en cuenta que Varela, autor chileno, biólogo, estudioso de la neurociencia, la ciencia cognitiva, medico y filosofo, analiza el fenómeno de la conciencia, la percepción y los estados de conciencia y como lo hemos mencionado, analiza el pensamiento ético desde la ecología filosófica, nos permite conocer las múltiples aristas del ser humano pudiendo definirlo como “un universo en sí mismo, bueno, bondadoso naturalmente y eminentemente caótico”.

Varela afirmaba que la ética es una habilidad y sostiene en su segunda perspectiva que “uno de los principales razonamientos del capítulo 1 era que los filosos y científicos que se han dedica al estudio de la mente se han olvidado de todo comportamiento eficaz que fuera inmediato central y extendido, a favor de una exploración del análisis intencional y deliberado”, es por ello que comentaremos sobre la Competencia Ética.

En este rubro, es importante destacar que de acuerdo a Varela, “además de que adquirimos el comportamiento ético de la misma manera que el resto de los comportamientos: todos ellos se  nos hacen imperceptibles a medida que vamos creciendo en la sociedad en la que vivimos. Esto es así porque, como ya sabemos, el aprendizaje es circular; aprendemos lo que se supone que debemos de ser para ser aceptados como aprendices”, la ética se vuelve entonces una competencia en el sentido estricto de las acciones que desarrollamos en las diferentes situaciones en las que nos encontramos y como procedemos.

La competencia ética, parafraseando a Varela, podemos entenderla como la capacidad que despliega el ser humano ante las distintas situaciones sociales, culturales, religiosas e incluso emocionales para resolverlas de la mejor manera y aunque nos conduce hacia sus tendencia de ubicar nuestros aspectos culturales y éticos en las culturas orientales, se apoya en un filosofo llamado Mencio, uno de los primeros confusionista del siglo IV a. C. quien afirmaba que “ la ética y el desarrollo de una persona virtuosa radica en la suposición de que la naturaleza humana es capaz de prosperar y de que las personas están en disposición de conseguir ese crecimiento. Entiende Mencio que la disposición natural del ser humano, junto a unas condiciones de desarrollo adecuadas, determina las respuestas emocionales de los individuos”.

            Solo las personas verdaderamente virtuosas ponen la suficiente atención a su naturaleza de manera correcta y son así capaces de comprender un hecho en términos de su propia experiencia y asegurarse de que continúa fácilmente con una extensión adecuada. Para estas personas virtuosas, el juicio moral que se convierte en acción inmediata y espontánea no es diferente de la verdadera descripción” y es ahí donde visualizamos la competencia ética que defiende Varela basándola en las culturas orientales, distinguiendo las acciones verdaderamente virtuosas de aquellas que solo lo son en apariencia: “una acción solo es plenamente virtuosa si mana de una disposición activada. Un aspecto crucial del pensamiento de Mencio afirma que una actuación puede considerarse correcta pero no virtuosa si no aparece adecuadamente motivada.
 Por otra parte y entrando ya en la última perspectiva que plantea Varela y que se refiere precisamente a la corporeización de la vacuidad, nos indica el nuevo enfoque del concepto de sujeto cognitivo, concentrándose en la actividad cognitiva que se sucede en ese espacio especial al que llama los quicios del presente inmediato, porque es precisamente donde el sujeto cognitivo habita.

Y resulta por demás complicado entender su propuesta filosófica ya que nos habla más sobre el ser no unitario y los agentes cognitivos, además de las propiedades emergentes y seres virtuales.

Aquí Varela, echa mano de sus conocimientos sobre la ciencia cognitiva, la neurociencia y nos habla del funcionamiento del cerebro, su intervención y dominio de nuestras acciones.

Maneja también esa analogía entre las redes neuronales del ser humano y el nuevo patrón llamado redes neuronales artificiales, mismas que se identifican con los niveles computacionales.

Una entidad cognitiva contextualizada posee por definición, perspectiva; es decir, está relacionada “objetivamente” con el entorno que la rodea de la situación, dirección, historia o actitud del sistema.

Habla también Varela sobre el ser como persona virtual y lo más importante, la pragmática del ser virtual y lo engloba en su propia introducción cuando afirma que “ya sabemos lo que es necesario para captar la naturaleza de la vacuidad del ser y su relevancia para la habilidad ética. La ciencia moderna occidental nos ha enseñando que el ser es virtual y vacio, y que aparece continuamente para hacerse cargo de las transiciones en los micro mundos.

El taoísmo, el confucionismo y el budismo nos enseñan que está fundamentada en el entendimiento gradual de ese ser vacio en la vida cotidiana y en la acción.

De esta forma y es el mismo Varela quien nos informa que los postulados anteriores son los que le dan cuerpo al postulado que es el núcleo temático de su libro: la habilidad ética es el conocimiento progresivo y directo de la virtualidad del ser.

Hemos de concluir con este reporte de lectura con el aprendizaje circular que propone Varela el acercarnos a las tradiciones orientales, mismas que nos definen  la habilidad ética como progresiva y que se funde en el entender gradualmente a ese ser vacio en la vida cotidiana y en la acción.

Es una tradición sobre un ideal cerca de la sabiduría, el adiestramiento ético de las tradiciones orientales de la enseñanza, mismas que nos invita a ponerlas en práctica en nuestras actividades diarias.

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