Por:
Carlos Alberto Chiñas Narváez
Lic. En Comunicación y estudiante de
la Maestría en Educación
Por la Universidad Popular Autónoma
de Veracruz.
Campus
Agua Dulce, Veracruz.
Hoy
quiero comenzar discutiendo la posición personal y política de cada uno de los
docentes que ejercen una actividad tan noble como es el magisterio.
Quiero, primeramente entender a Noam
Chomsky, un personaje del siglo XX, lingüista, americano, político anarquista,
comprometido con la educación libre y revolucionaria.
Sus biógrafos lo definen como un conservador de la variante liberal clásica (Chomsky's Politics, pp. 188) y
él se ha definido como un sionista; aunque observa que su definición de sionismo es
considerada por la mayoría como antisionista,
como resultado de lo que él percibe un cambio, desde la década de 1940,
en el significado del sionismo.
(Chomsky Reader) Dentro de esta línea
y rescatando su contenido libertario, Chomsky ha declarado su admiración y
adhesión al kibbutz
como forma social alternativa.
Con el tiempo, se ha convertido en una
de las principales figuras de la política radical estadounidense. Junto a José
Saramago o Leonardo Boff, entre otros, es uno de los principales
intelectuales de la izquierda en el mundo, pese a lo cual, a diferencia de su
actividad científica, su aportación teórica en el ámbito político no es
demasiado relevante. Nunca se ha considerado un teórico en política, sino
simplemente un ciudadano informado que mantiene una actitud muy crítica
hacia la ideología dominante. Chomsky cree que, mientras la actividad
científica no está al alcance de cualquiera (ya que exige una formación y una
abstracción conceptual muy elevada), para la actividad de crítica política
basta una cierta apertura de espíritu. Ha reiterado a menudo que la política
debería ser cosa de todos y no dejarse en manos de la inteligencia,
ni mucho menos aceptar que sólo los profesionales de la política (sean
periodistas, intelectuales o políticos) sean los únicos capacitados para opinar
sobre política.
Chomsky
es uno de los detractores de la globalización, y esto se debe a su forma de
entender la hegemonía del capitalismo moderno. Para Chomsky, Estados Unidos no
cree en el libre comercio sino que lo utiliza como un método mediante el que
los países más fuertes imponen a los países pobres la obligación de cumplir con
unas normas coercitivas y rígidas (la ley
del embudo).
Entendiendo lo anterior, me permito
afirmar que Chomsky le ha apostado a la liberación intelectual desde la
educación, pues considera que es el único camino para hallar la verdad, verdad
que nos conducirá a la conquista del verdadero hombre libre.
Si tomamos en cuenta que el hecho
educativo es un proceso social, podremos entender su naturaleza, su función y
su finalidad, pues el acto educativo es eminentemente social y Chomsky separa
perfectamente el concepto básico de la educación como medio posible para la
liberación del hombre de la forma en cómo los grupos de poder han establecido a
través de la educación un sistema de adoctrinamiento y control tanto de
carácter social como cultural y científico y por su puesto sin dejar de lado el
económico.
Es muy claro su punto de vista: la
educación es un hecho que solo puede generarse en la sociedad. Se educa y se es
educado a través de la interacción humana de la comunicación. La educabilidad
se posibilita por la capacidad de relación del sujeto. A su vez, la aptitud de
sociabilidad necesita educarse. Por tanto educación y sociabilidad se implican
entre sí. Son inherentes. Es decir, no es posible separar el carácter social
del hecho educativo y eso lo tiene muy presente Chomsky cuando afirma que el
objetivo de la educación es la de la autoformación, el autocrecimiento, la
libertad intelectual y el disfrute de una vida mas plena y satisfactoria para
los que reciben educación, en cambio, dice, la educación cuando se establece a
través de una sistematicidad se vuelve solo en una constante de adoctrinamiento
impidiendo con ello el desarrollo intelectual y humano de los hombres en
sociedad.
Después de observar el documental
sobre el objetivo de la educación desde la perspectiva de Noam Chomsky, he
decidido aceptar que el hecho educativo es desafío, conflicto, tensión. Exige
esfuerzo, disciplina. Es desafiar a los enemigos, del hombre, tales como la
droga, el alcohol, el vicio sexual, el ocio, el consumismo, la injusticia, la
violencia, la pasividad, la complicidad, la indiferencia, entre muchos otros
que solo destruyen y anulan las prerrogativas más nobles del ser humano.
De igual forma me ha permitido
entender que la grandeza del hombre radica en su posibilidad de ser cada día
más estudioso, más responsable, más honesto, más respetuoso, más crítico, mas
creador, más libre, pero solo si en verdad se lo propone y rompe con las
cadenas de la sistematicidad pedagógica.
Y como dice Vigosky, el hecho
educativo se genera en un contexto histórico determinado. Por lo mismo que es
interacción humana se da en una realidad concreta, en devenir, en un “aquí”, en
un “ahora”, pues el proceso educativo pertenece a la práctica social, a su
dinámica histórica, tiene su historia y se da en la historia.
Su visión sobre la incorporación de la
tecnología al proceso educativo, es bastante claro, pues, aunque celebra la
llegada de grandes avances tecnológicos considera que se convierte la
comunicación en una incomunicación.
El internet ha venido a satisfacer
muchas necesidades informativas, pero también ha provocado que el ser humano
reciba de nueva cuenta un conocimiento procesado, de aquel que mencionaba Paulo
Freire y que hoy en día le esta haciendo mucho daño a nuestro jóvenes, pues la
capacidad de racionamiento se limita al mínimo y se quiere vivir en la cultura
del menor esfuerzo.
Dice Chomsky que aunque la tecnología
nos brinde un mar de datos informativos, si no tenemos el objetivo bien claro
de lo que queremos o buscamos nos perderemos en un mundo del caos tal y como le
pasa a la educación cuando se sistematiza de tal manera que se aniquila la
libertad del ejercicio pedagógico y solo nos queda el resquicio de la
mendicidad académica en el supuesto del mismo ejercicio.
La educación forma, pero el
autorespeto crea y define al hombre del mañana que necesariamente tiene que ser
el de hoy.
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